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Jueves, 28 de Marzo de 2024

Regresa por mí en un año, pide madre de Toño al sepultarlo

Antonio de Jesús López fue enterrado en Atencingo, comunidad donde pasó sus últimos días tras la golpiza que le dieron en su escuela
Martes, 3 de Marzo de 2015 20:09
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Lidchy Cano

Chietla, Pue.- María de Jesús Monge Tapia tomó por última vez entre sus brazos a “Toñito” mientras el reloj en la Mixteca marcaba las 11 horas de este martes.

Escuelas públicas, entre escándalos sexuales y excesosAutoridades olvidan a menores abusados en Tehuacán“Malditos escuincles los que lo mataron”, alcanzó a decir en medio de 80 personas que la acompañaban para despedir a Antonio de Jesús López Monge, el niño de 13 años que murió tras 17 meses de secuelas ocasionadas por la golpiza que recibió de cuatro de sus compañeros de la secundaria Galileo Galilei de Amozoc.

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A las tres de la mañana del 2 de marzo terminó el camino de 17 meses que Antonio de Jesús López Monge recorrió por hospitales de Puebla y el Distrito Federal.

Su mamá recordó que en ese tiempo lo vio morir poco a poco mientras era sometido a cada una de las 9 cirugías con las que intentaron salvarle la vida.

Entonces sufrió parálisis, dificultades para hablar y pérdida de memoria. Su cuerpo se volvió frágil. 

Sobre los niños que lo atacaron, dijo que no sabe nada, que (su familia) dio toda la información sobre ellos a las autoridades, pero que nunca les informaron si hubo castigo.  

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El féretro blanco llegó antes del mediodía al Panteón San José de Atencingo, donde ochenta personas arribaron en un autobús de la sección 77 del ingenio azucarero, para despedirlo.

Su madre no se despegó de él, el menor de sus tres hijos.

En medio de tumbas, la fosa ya había sido hecha desde las primeras horas de la mañana. Mientras, su cuerpo era cargado en medio de rezos por su descanso eterno.

Muchos no llegaron, porque pensaron que había muerto la semana anterior, cuando le dio un paro, dijeron.

Sin embargo, ayer supieron que “Toñito” había perecido cuando vieron que sus restos eran sacados de su casa para hacerle la necropsia.

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Alejandra Cortés recuerda que su sobrino perdió poco a poco el control sobre su cuerpo, lo que no le impidió que en sus mejores días ayudara a su abuela a ponerse los zapatos.

“Era un niño bueno y noble, además de obediente”.

La familia no ignoraba que a “Toñito” le quedaba poco tiempo de vida, por lo que la principal preocupación durante sus últimos meses fue hacerle una fiesta de cumpleaños, aunque sea sencilla. Y la tuvo.

Además, cuenta su tía, sus amigos realizaban cooperaciones para comprarle sus antojos, casi siempre pizza.

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Cuando el ataúd fue puesto en el piso, María de Jesús lo arropó.

Alguien lo abrió para que pudiera despedirse. Otra persona aprovechó para colocar dentro los carritos que eran sus juguetes favoritos.

“A mi hijo no le gustaba el frío, ni lo oscuro”, se despidió su madre. Entonces la ayudaron a retirarse cuando pidió que no clavaran la caja.

Regresa por mí en un año, le pidió. Luego, María de Jesús se desvaneció cuando el cuerpo de su hijo era bajado a la fosa.

Después de unos minutos logró reaccionar, solamente para pedir justicia para él.

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A la mitad del sepelio, varios hombres llegaron en una camioneta de la Procuraduría General de Justicia del estado (PGJ). Uno de ellos intentó hablar con la madre de Antonio de Jesús, pero todos fueron corridos a gritos.

“Desgraciados”, les espetó, mi hijo no es ningún títere.

En tanto, entre los asistentes, algunos familiares aceptaron que temían dar declaraciones contra los responsables de la muerte de “Toñito”, porque al parecer “eran hijos de militares”.

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El 27 de enero de este año, Antonio de Jesús llegó a Atencingo, para pasar sus días finales en la casa de la abuela materna.

Sus padres decidieron dejar el Hospital Juárez en la ciudad de México luego de saber que no había más que hacer por su salud.

El hogar que los recibió hace poco más de un mes hoy tiene una cruz hecha con palos, así se avisa que hay un velorio y que los rosarios comenzarán por la noche.

Su tía Alejandra recuerda que cuando “veía bien” a “Toñito” le preguntaba quién lo había golpeado. No lo sé, respondía.

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