*
Jueves, 28 de Marzo de 2024

El abandono de los campos cholultecas

31 Marzo, 2015

Como cada mañana, viajo por los pocos campos que aún quedan en las circunferencias de las Cholulas. En algunos lugares aún se observa ese paisaje casi extinto en que las familias campesinas siembran y cosechan los cultivos que llegarán a la central de abastos poblana. El paisaje rural con los volcanes al fondo conserva la belleza de antaño, pero cada vez estos espacios se ven disminuidos, y dentro de pocos años la actividad agrícola habrá desaparecido.

Hoy, los mexicanos nos alimentamos de la producción agrícola industrial extranjera, y el campo mexicano está muriendo. En su lugar millones de habitantes de los espacios rurales han transformado sus vidas para convertirse en los nuevos contingentes de pobres urbanos, resultado del despojo de sus oportunidades de vida.

En los contextos de la Revolución Industrial, en la Inglaterra del siglo XIX, millones de campesinos dejaron el campo para unirse a las grandes fábricas localizadas en las ciudades. Sin otra posibilidad de sobrevivir, pues habían sido despojados de sus tierras de cultivo, se convirtieron en los primeros pobres urbanos de origen rural, los primeros ciudadanos que no lograban satisfacer por medio del trabajo sus necesidades básicas, a pesar de dedicar al trabajo la mayor parte de su tiempo.

El famoso filósofo y sociólogo Friedrich Engels, publicó en 1845 un análisis que es considerado la primera obra de sociología urbana en la historia; “La situación de la clase obrera en Inglaterra” es un trabajo etnográfico en el que con gran precisión Engels describe y analiza la transformación de las ciudades por la influencia del capitalismo.

A 170 años de escrita esta obra sus preceptos siguen siendo contundentes en el momento de analizar la transformación urbana de las ciudades. Para Engels, la manera en que una ciudad  es planeada y está distribuida espacialmente permite diferenciar modos de vida. Es decir, los barrios pobres y ricos se encuentran separados por conveniencia del capital. Además, la ciudad se transforma en torno a satisfacer las necesidades de quienes pueden pagar, ocultando a los pobres de la vista de “la gente bonita”. Es así que los comercios, y los negocios dedicados a ofrecer servicios se encuentran a la vista de todos, junto con los monumentos y los espacios dedicados a embellecer las ciudades.

Muchos años han pasado luego de Engels, de tal manera que el capitalismo que el describía y que configuraba a las ciudades de la Inglaterra del siglo XIX, se ha convertido a una nueva forma de acumulación de capitales adaptada a las nuevas condiciones de generar riqueza para la clase empresarial. Pero además esta forma de capitalismo es desadaptada, debido a que es incapaz de adaptarse al equilibrio que el delicado sistema ecológico mundial debe mantener para la continuación de la vida en el planeta.

El capitalismo actual es sin duda el sistema económico más destructivo con el medio ambiente. Este nuevo capitalismo adquiere múltiples formas y su análisis es profundamente complejo. Esta nueva conformación del capitalismo a través del fenómeno llamado neoliberalismo se basa en la importancia y supremacía del mercado sobre el Estado y la sociedad. Así, el gobierno  neoliberal crea las condiciones necesarias para que el capital se expanda, generando con ello grandes contingentes de pobres y una clase de gran poder económico compuesta por unos cuantos.

Es imposible separar neoliberalismo de la pobreza, ya que la pobreza es el gran motor que mueve al capitalismo neoliberal. Si bien este sistema es funcional y exitoso para las clases en el poder, no lo es para los enormes contingentes de pobres (incluidos los campesinos despojados). La ciudad se transforma en torno a esta situación, y los ex campesinos abarrotan los espacios marginales.

Hoy, ciudades como San Pedro y San Andrés Cholula han cambiado el uso del suelo, de un origen campesino y agrícola han pasado a ofrecer servicios. Del sector primario al terciario. Pero esta transformación no obedece a la “modernidad” ni “al progreso”, es una forma de despojo. La reforma a la Ley Agraria en los noventas generó la desarticulación de la clase campesina que al no encontrar apoyo en la producción rural emprendió la transformación hacia el trabajo no agrícola. Los campesinos se transformaron en albañiles, obreros, personal doméstico y migrantes. Mientras que el pueblo mexicano se alimentó de transgénicos cultivados por grandes emporios extranjeros.

Esta situación implica el cambio y adaptación de la población rural que se ve forzada a dejar el campo para satisfacer sus necesidades de supervivencia migrando a las ciudades conformando lo que Silvia Federici llama “guetos en un régimen de apertheid global”, es decir, la población objetivo de la desposesión y que llegan a las ciudades conforman “campamentos” con una distribución poco planeada y sin la capacidad de satisfacer las necesidades urbanas básicas.  Estas áreas de pobres se deben ocultar de la vista de aquellos que pueden participar del capitalismo. Así, mientras en Puebla la zona Angelópolis oculta la pobreza, esta se expande a solo unos kilómetros pero queda oculta tras las colonias para la clase alta.

Los altos índices de migración en las Cholulas no son motivados por una tendencia aspiracional de los campesinos transformados en migrantes por mejorar sus condiciones de vida. En la actualidad la migración obedece a una necesidad de la población por sobrevivir, a pesar de los altos costos de vida que esto implica, como separar a las familias, a los padres de esposas e hijos. Federici explica que no hay duda alguna de que si millones de personas abandonan su país hacia un destino incierto, a cientos de kilómetros de sus hogares, es porque no pueden sobrevivir por sí mismas, al menos no bajo las condiciones necesarias. Y también explica que la migración “no es tan solo una necesidad, sino también un éxodo hacia niveles más altos de resistencia, un camino hacia la reapropiación de la riqueza robada”.

Así, el destino de millones de habitantes de las zonas rurales es incierto. Sigo mi camino por los pocos campos de cultivo que aún quedan en las Cholulas. Discursos de apoyo a los productores ocultan una realidad atroz, los mexicanos ya no nos alimentamos de los ricos suelos nacionales. Es triste, duele ver a estos seres en calidad de especies en peligro, los campesinos, y especialmente los campesinos cholultecas.

Twitter: @iSa_MuMon

Vistas: 5450