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Jueves, 28 de Marzo de 2024

Taibo II derrumba mitos y subleva la historia oficial

“Vivimos en un país de distorsiones, que llegan a niveles insospechados”, afirma.
Domingo, 27 de Julio de 2014 15:34

Huauchinango, Pue.- Con la advertencia de que su florido lenguaje podría no ser apto para oídos impolutos. Entre sorbo y sorbo de refresco y echando humo como la máquina de un tren, Paco Ignacio Taibo II acabó con la versión almibarada y políticamente correcta de varios episodios de la historia patria y nos dejó cuestionándonos sobre la manera en que nos hemos “conectado con nuestro pasado”.

La historia oficial, dijo esta tibia tarde de Julio en Huauchinango, ha sido construida a modo por quienes detentan el poder y en esa construcción se han repetido, con una permanencia e intensidad brutal, varios ridículos y absurdos que se han impuesto por los mecanismo de la educación y se han convertido en grandes fraudes.  “Vivimos en un país de distorsiones, que llegan a niveles insospechados”.     

Entre la incredulidad y el regocijo del auditorio citó como ejemplos: el hecho de que Pancho Villa y Venustiano Carranza estén uno junto a otro enterrados en el “horrible” Monumento a la Revolución. “Estoy seguro que la última vez que Villa quiso ver a Carranza, yo creo que era para secuestrarlo. Lo mismo pasa con Lázaro Cárdenas y Plutarco Elías Calles”.

Una vez, contó, ellos celebraban a Calles y “nosotros al cardenismo. Frente a la pata donde está Calles tocaba una banda de la Marina. Me encabroné y casi me robo la banda. Les hablé con voz fuerte y les dije que por órdenes superiores se vinieran a tocar a la otra pata. Los de la Marina casi me hacen caso, pero llegó un contralmirante y la justicia histórica no llegó”.

Las Paradojas

Otras más: Resulta que esa imagen del “primer mexicano -aunque en estricto sentido México no existía-, feo, de ceja gruesa, con un centímetro de frente,” el hombre de Tepexpan no es tal. Porque no es hombre, sino una mujer cazadora de mamuts y hace año y medio se hallaron unos restos más antiguos de otra mujer en China, Nuevo León, a la que se llamó la “Dama de China”, pero que no ha podido seguir siendo estudiada porque unos “narcos la tienen secuestrada”, contó Taibo II.

Siempre se nos ha ocultado la ascendencia negra de Vicente Guerrero y el hecho de que era un hablante del náhuatl, al que Morelos mandó a la guerra, solo, en una mula, y seis meses después le mandó al generalísimo un batallón de mil 500 hombres bien armados, siguió.

Del padre de la patria, el cura Hidalgo se refirió como “el inventor del pupilente” y aseguró que “siempre hemos pegado y recortado la estampita equivocada, porque no hay un retrato, escultura o pintura de la época que corresponda” al personaje al que además nunca se muestra como el hombre que, con “tremendo pistolón”, levantó a 25 mil personas, saqueó haciendas y hablaba siete idiomas entre ellos el náhuatl y el otomí con los que transmitía a los pueblos “las grandes ideas revolucionarias” que leía en francés.

Al que conocemos como Hidalgo y lo tenemos hasta en los billetes de a mil pesos -y han pintado con ojos café, negros, azules o verdes-, es en realidad “un botánico de Luxemburgo” que acompañó a Guanajuato al pintor Ramírez, “un lambiscón de la corte de Maximiliano”, al que el emperador le encargó un retrato que quería poner detrás de su escritorio para “apropiarse de la herencia de la revolución de independencia”. 

Zaragoza, el humilde y el cuento de los zacapoaxtlas

El que no es un cuento, “ni adorno demagógico”, narró, es el triunfo de la tropa sin huarache del ejército de Oriente comandada por “un general singular y admirable” que siendo ministro de Guerra pidió que lo degradaran para ir a combatir: Ignacio Zaragoza contra el “mejor ejército del mundo” mandado por un general (Lorencez) “pendejo, prepotente, bobo y racista”, que traía en su tren, además de los cañones, 20 mil litros de vino francés. “Era el ejército más pedo del mundo”, detalló. 

Tras un año de investigaciones Taibo II comprobó que realmente les “rompimos el hocico” en la Batalla de Puebla en 1862 con un batallón de “voluntarios” en su mayoría “tinterillos de oficina, comerciantes, herreros, talabarteros, campaneros de iglesia. Muy sólidos. Que se devoran los periódicos que alimentan las grandes plumas de la revolución liberal”.

Zaragoza era el que menos facha de general tenía. Hablaba con voz tipluda. “Era un tipo que gozaba de su humildad”. Que el día de la batalla recorrió la primera línea de combate repitiendo un discurso “sonso: ‘Tenemos enfrente a los mejores soldados del mundo, pero ustedes son los mejores hijos de México. Nos van a matar a todos pero no vamos a correr. No pasarán y, si pasan, lo harán sobre nuestros cadáveres’”.

En la refriega, juega un papel importante el único militar pro Maximiliano que se la juega con Juárez en la guerra de intervención: Negrete, “un general chaparro, moreno, mocho a madres” y sus hombres que se ven obligados a pelar con lo que tienen a la mano y bajo la insulsa consigna de: “en el nombre de Dios, primero nosotros”, estos 200 soldados armados con machetes inician la contraofensiva y vecen a los franceses. Mientras en Puebla, “dirigida como ahora por una oligarquía que no tiene patria, el obispo ofrece echar las campanas al vuelo si los franceses entran a la ciudad”.

Lo que se ha falseado, aseguró Taibo II, es el origen de los soldados del ejército de Oriente, pues de Zacapoaxtla sólo hay uno. Todos los combatientes eran originarios de Tetela de Ocampo. Los tetelenses desde el primer momento después de la batalla han estado peleando porque se les reconozca como tales. “Han dicho: Zacapoaxtla, pura madre. Fuimos nosotros y así año con año han hecho esta reclamación. Hasta que escribí este libro” (Los libres no reconocen rivales).    

Así, concluyó, para saber quiénes somos, hay que saber de dónde venimos. Entrarle a la narración de la historia y hacerla nuestra. “Para decir orgullosamente que somos los mejores hijos de México, los hijos del ejército de Oriente del general Zaragoza”. 

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